En las favelas de Rio de Janeiro, los tiroteos entre policías y traficantes fuertemente armados estallan sin avisar - al lado de una escuela, a la salida de una iglesia- y alargan sin cesar la lista de víctimas de balas perdidas. Esta "guerra" se intensificó después de los Juegos Olímpicos de 2016, en una ciudad agobiada por la crisis económica y la corrupción.